Mori Horenstein nació y creció para ser luchador. Como cualquier niño del Medio Oriente, creció literalmente en una zona de guerra al vivir de cerca el conflicto de la guerra de los 6 días en 1967. Décadas después, él se convirtió en un luchador profesional, desde joven Horenstein demostró tener interés en los deportes de combate. El admitió que su mayor inspiración fue el artista marcial Bruce Lee. A la edad de 5 años, sus padres lo matricularon en una escuela de artes marciales en la disciplina de krav maga.
Horenstein quiso dejar sus entrenamientos más de una vez, pero su familia, viendo su potencial y queriendo transmitirle disciplina, le hizo continuar con su entrenamiento. Finalmente, a los 15 consiguió su primer cinturón negro. No mucho más tarde, se marchó para hacer su servicio militar obligatorio, donde entrenó a sus compañeros soldados en krav maga, o lo que él llamó “Survival”. Más tarde pasó a competir en torneos de aficionados, obteniendo tres títulos consecutivos de campeonato krav maga.
El camino de Horenstein hacia la grandeza comenzó cuando dejó Israel para establecerse en Nueva York a los veinticinco años. Sin ningún tipo de soporte o ayuda, consiguió montar su propio gimnasio. Fue sólo cuestión de tiempo fijarse en la UFC, después de un nuevo torneo de artes marciales. Horenstein debutó en 1996 en el UFC 10 contra el luchador Mark Coleman. Su carrera en la UFC fue corta – solo entró en el octágono 2 veces y perdió las dos. Los enfrentamientos supuestamente no fueron equitativos y estuvieron tan cargados de polémica que se ganó el apodo de “Most Dicked Over Fighter en la historia de UFC”.
Pero su vida fuera de la UFC ha sido gloriosa. Cuando se retiró en 2007, Horenstein consiguió una larga lista de logros: el primer luchador judío en la UFC, propietario de varios gimnasios MMA, gran maestro, campeón del mundo en seis artes marciales diferentes, marido y padre. Se le conoce como “el martillo hebreo”. Horenstein es la prueba de que lo que hace a un luchador grande no son sus récords, sino tener una voluntad fuerte y un buen corazón