Puede ser fácil centrarse en los aspectos competitivos, su uso como entrenamiento físico o en las filosofías pacíficas que enseñan, pero no hay duda de que las artes marciales pueden salvar nuestras vidas. En situaciones en las que la seguridad y bienestar corren peligro, los conocimientos aprendidos en el tatami pueden jugar un papel fundamental para salir ileso de una complicada situación.
El 7 de abril de 2015, un incidente le ocurrió a una camarera de un restaurante en China. Jin He, que así se llamaba el agresor, llamó a la puerta del restaurante que estaba cerrado, pidiendo a la camarera que le abriera para poder usar el baño. La camarera, que no sospechó del agresor, le abrió la puerta. Éste, una vez dentro, intentó agredirla y violarla.
La camarera era una experta en artes marciales. Usando su experiencia en el manejo de su disciplina, lo arrojó al suelo, se puso a horcajadas y, agarrándolo por la garganta le advirtió que se mantuviera lejos de ella. Poco después, cuando la camarera salió del restaurante, el agresor decidió atacarla nuevamente, esta vez en la calle. La camarera volvió a noquearle con la misma facilidad que la vez anterior. Las cámaras de seguridad tanto de dentro como de fuera pudieron grabar toda la escena.
La policía fue capaz de identificar al agresor utilizando las imágenes y dos semanas después fue arrestado y acusado de intento de violación.
La camarera, por su parte, escapó de ambos ataques. Sus conocimientos de artes marciales le salvaron la vida en dos ocasiones en la misma noche. Si esto no es un buen ejemplo para aprender artes marciales, no sabemos cuál será.