Hay muchas cosas por las que podemos estar agradecidos al reinado de la reina Victoria de sesenta y tres años. Y una de ellas es por el primer arte marcial mixto de Gran Bretaña.
A finales del siglo XIX, Londres había sido azotado por un frenesí mediático gracias a Jack el Destripador. La prensa llenó sus páginas con otros peligros delincuentes que acechaban en los callejones. Al ver esto, un hombre llamado Edward Barton-Wright intervino con un sistema de combate que él llamó “Bartitsu.” Su estilo de artes marciales combinó diversos tipos de lucha como el jiu-jitsu, savate, boxeo y peleas callejeras. Un sistema que, citando a su fundador, “debe permitir a un hombre desafiar cualquier cosa.”
Por supuesto, no hay duda de que él quería usar el Bartitsu como una fuente de riqueza, ya que su principal público objetivo era la clase alta. Lo consiguió, estableció la Academia de Bartitsu y Cultura Física, con profesores de varias disciplinas marciales que enseñarían el Bartitsu. Entre ellos estaba Yukio Tani y Sadakuza Uyenishi los primeros jiu – jitsuka en enseñar su arte en Europa Occidental.
La Academia de Bartitsu no duró mucho. A comienzos de 1902 ya no estaba en activo, probablemente debido a la alta tasa de inscripción y la matrícula. Aunque Bartitsu murió, sus practicantes no lo hicieron. La mayoría de los profesores empleados por Barton-Wright establecieron sus propias escuelas en Londres, sobre todo Uyenishi. Se unieron a él Edith y William Garrud, también ex estudiantes de Bartitsu, que se centraron en el jiu-jitsu.
Edith, en particular, lo llevó a la calle. El movimiento de sufragio femenino en Gran Bretaña había encontrado una gran resistencia por parte del gobierno británico, hasta enviaban policías para romper sus reuniones con violencia. Para hacer frente a la violencia a la que se tenían que enfrentar, Edith entrenó a un grupo de mujeres, le llamaban “El guardaespaldas” y usaban jiu jitsu para defender a sus líderes. La propia Garrud rara vez estaba en el campo con sus estudiantes, pero hubo alguna ocasión que sí estuvo allí. En una manifestación, un policía le había informado de que estaba creando una “obstrucción” y se le ordenó que se moviera. Ella respondió “Fingiendo, con un gesto de dama, dejar caer mi pañuelo, lo arrojé sobre mi hombro y me escabullí entre la multitud.”
Bartitsu puede no haber durado mucho tiempo, pero dejó bastante legado. ¿Qué sabías sobre la historia del jiu-jitsu en Gran Bretaña?